Ya he llegado a los 10 capítulos escritos de mi primer libro. A priori, el libro se compondrá de 7 capítulos más. Y digo a priori porque la estructura inicial ha sufrido diversos cambios a medida que he ido avanzando en la historia. Por lo que no descarto que ese número crezca.
Estoy más orgulloso de mi determinación, del hecho de ponerme a escribir diariamente, que del libro propiamente dicho. Algunos pasajes los escribo con un grado de motivación bajo, con la cabeza perdida en otros asuntos, pero creo que aunque las musas no estén posadas en mi hombro es adecuado que siga escribiendo para no perder el método de trabajo que me he impuesto. Eso sí, cuando consigo concentrarme la historia me atrapa de tal manera que acabo sudando a mares en el escritorio de mi habitación y escribiendo páginas sin parar. Me gusta la cálida sensación que me produce el estar creando algo. Es como concebir un hijo, aunque algo menos placentero.
A veces me pregunto si el argumento trazado es adecuado, si seré capaz de desarrollarlo nítidamente y entonces un alud de dudas cae sobre mí. Pero intento desembarazarme de ellas y salir a flote, mirar la luz y quitarme presión. Al fin y al cabo, solo soy un chico que intenta escribir un libro. No tengo porque presionarme y exigirme un nivel elevado en cada línea de cada parágrafo que escribo. Tengo que desinhibirme de esos complejos que anegan los caminos por los que he de alcanzar la cumbre (entendiendo por cumbre el final del libro).
Otro asunto que me gustaría destacar es lo útil que es dejar que algún amigo lea lo escrito. Le envié los siete primeros capítulos a uno de los amigos en quienes más confío. Por lo que me ha dicho, la historia le está gustando bastante, aunque también me ha comentado que tiene algunas sugerencias que darme, cosa que agradezco muchísimo. Intentaré que más gente lea mis primeros capítulos para así ver qué impresión causa mi historia en un grupo más amplio de personas. Lo ideal sería encontrar gente ajena a mí, sin ningún tipo de lazo afectivo que les hiciera mentirme o no contarme toda la verdad acerca de lo que piensan de mis textos. Pero es algo difícil de conseguir.
Me despido ya. Kai -el protagonista- está a punto de sufrir los rigores de su primera jornada en la recogida de algodón en una plantación y necesita mi apoyo para salir adelante. ¡Espero no haberle hecho esperar!
E.
No hay comentarios:
Publicar un comentario